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jueves, 23 de diciembre de 2010

Hermanos

Mi vida era perfecta, tenía todo lo que alguien pudiera desear: un padre y una madre a los que quería con todo mi ser un, mellizo por el que daría  la vida, en los estudios me iba bastante  bien y tenía un novio al que quería con locura.
Mi padre se llamaba Jesús y mi madre Marina, mi hermano mellizo se llamaba Nick Gómez Camacho y yo Kira Gómez Camacho. Muchas veces nos confundían a mi hermano y a mí como una pareja, por nuestra magnifica relación, llena de amor fraternal y confianza, éramos inseparables.
Mi mejor amiga, novia de mi hermano, se llamaba Ever. El mejor amigo de mi hermano, Max, era mi pareja. Al igual que Nick y yo, Ever y Max eran hermanos, pero de distinta edad. Siempre estábamos los cuatro juntos, de forma que cuando tuvimos que irnos nos entristecimos mucho, ya no solo por el mero echo de separarnos, si no, también, por que la razón de nuestra partida era, mi madre había muerto de cáncer. Nos fuimos de Madrid para ir a Galicia.
La calle en la que nos mudamos daba un poco de escalofríos, no había ninguna tienda abierta exceptuando una  de chucherías. Mi hermano y yo teníamos 17 años y aunque dijeran que las gominolas  y chucherías son para críos a Nick y a mi nos encantaban. Era verano de forma que no teníamos que ir a la escuela, pero ya que mi padre tenia que buscarse trabajo y apenas llegamos a fin de mes, mi hermano y yo decidimos ayudar y ponernos a trabajar. Tuvimos suerte ya que en la tienda de chucherías buscaban a alguien para estar en la caja y otra persona para limpiar un poco la tienda.
Ya habían pasado dos meses desde que nos instalamos  en el nuevo hogar y parecía que nos iba mejor económicamente, pero no familiarmente, ya que mi padre seguía hablando lo mínimo y siempre centrado en cualquier cosa para no pensar en mama. Mi padre estuvo pensando en llevarnos a un internado, ya que según el, le recordábamos mucho a mama y no podía soportarlo. Quería desacerbe de nosotros lo antes posible.
-         ¿Crees que papa terminara llevándonos al internando?- Pregunte preocupada a mi hermano. El me abrazo y me beso la frente para reconfortarme.
-         No creo, el no es así, pero de todas formas últimamente no es el mismo, no puedo asegurarte nada Kira.
-         Echo mucho de menos a Max y Ever.
-         Lo se, yo también, pero hay que ponerse nostálgico ahora.
Estábamos en el trabajo y hoy no había mucha gente, aunque de todas formas, la dueña de la tienda, se paso a ver que tal nos iba.
Ella acababa de ser madre y ya que no podía permitirse cerrar la tienda, busco a alguien para que se ocupara del negocio en su ausencia, para ella poder cuidar de su pequeña hija. Era madre soltera y a la pobre le resultaba un poco difícil todo aquello.
-         Hola chicos ¿que tal os va?
-         Bien, aunque hoy no a habido mucha gente.- Derepente entro alguien en la tienda, iba armado y con la cara tapada, y no aparentaba querer gominotas.
-         Dame todo lo que aya en la caja ¡YA!- Mire dudosa a Lucia, ella solo asintió para que hiciera lo que me estaba diciendo. Estaba muy asustada al igual que Lucia.
Me di cuenta de que mi hermano no estaba, mira sin girara la cabeza la puerta del almacén y le vi con el móvil en la oreja, estaba llamando a la policía. Me hice la torpe, haciendo ademán de que se me caía el dinero al suelo. Me agache y lentamente lo fui recogiendo y metiendo en la bolsa, que el hombre me había dado. Tuvimos suerte por que ya que teníamos la comisaría al lado, la policía no tardo más de  cinco minutos en venir. El ladrón no tenía a nadie a mano, para cogerlo de rehén y montar un numerito, de forma que no le quedo otra que hacer lo que la autoridad le dijo.
 Yo fui corriendo a abrazar a mi hermano y este me acariciaba la espalda y me beso suavemente la coronilla para tranquilizarme.
Invitamos a Lucia a subir a casa después de cerrar, ya que después del susto lo mejor era tranquilizarse y tomárselo con calma.
Nuestra jefa acepto y al parecer consiguió llevarse muy bien con nuestro padre.
Desde ese día mi padre volvió, poco a poco a ser el mismo, se veía a menudo con Lucia y al poco tiempo acabaron juntos. Nuestra casa era muy amplia, de forma que ella y su pequeña hija vinieron a vivir con nosotros.
Dio la casualidad de que Lucia era la tía de Ever y Max. Cuando estos se enteraron vinieron a pasar una pequeña temporada con su tía, aunque mas bien nosotros pasamos aquellos maravillosos días con nuestros novios en casa de Lucia, mientra que mi padre y ella se quedaban en nuestra casa.
Desde entonces todos los veranos los pasamos juntos. Ami padre se le fue la absurda idea de dejarnos abandonados en el internado y mi hermano y yo seguimos trabajando en esa maravillosa tienda repleta de chucherías y gominolas