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jueves, 23 de diciembre de 2010

Hermanos

Mi vida era perfecta, tenía todo lo que alguien pudiera desear: un padre y una madre a los que quería con todo mi ser un, mellizo por el que daría  la vida, en los estudios me iba bastante  bien y tenía un novio al que quería con locura.
Mi padre se llamaba Jesús y mi madre Marina, mi hermano mellizo se llamaba Nick Gómez Camacho y yo Kira Gómez Camacho. Muchas veces nos confundían a mi hermano y a mí como una pareja, por nuestra magnifica relación, llena de amor fraternal y confianza, éramos inseparables.
Mi mejor amiga, novia de mi hermano, se llamaba Ever. El mejor amigo de mi hermano, Max, era mi pareja. Al igual que Nick y yo, Ever y Max eran hermanos, pero de distinta edad. Siempre estábamos los cuatro juntos, de forma que cuando tuvimos que irnos nos entristecimos mucho, ya no solo por el mero echo de separarnos, si no, también, por que la razón de nuestra partida era, mi madre había muerto de cáncer. Nos fuimos de Madrid para ir a Galicia.
La calle en la que nos mudamos daba un poco de escalofríos, no había ninguna tienda abierta exceptuando una  de chucherías. Mi hermano y yo teníamos 17 años y aunque dijeran que las gominolas  y chucherías son para críos a Nick y a mi nos encantaban. Era verano de forma que no teníamos que ir a la escuela, pero ya que mi padre tenia que buscarse trabajo y apenas llegamos a fin de mes, mi hermano y yo decidimos ayudar y ponernos a trabajar. Tuvimos suerte ya que en la tienda de chucherías buscaban a alguien para estar en la caja y otra persona para limpiar un poco la tienda.
Ya habían pasado dos meses desde que nos instalamos  en el nuevo hogar y parecía que nos iba mejor económicamente, pero no familiarmente, ya que mi padre seguía hablando lo mínimo y siempre centrado en cualquier cosa para no pensar en mama. Mi padre estuvo pensando en llevarnos a un internado, ya que según el, le recordábamos mucho a mama y no podía soportarlo. Quería desacerbe de nosotros lo antes posible.
-         ¿Crees que papa terminara llevándonos al internando?- Pregunte preocupada a mi hermano. El me abrazo y me beso la frente para reconfortarme.
-         No creo, el no es así, pero de todas formas últimamente no es el mismo, no puedo asegurarte nada Kira.
-         Echo mucho de menos a Max y Ever.
-         Lo se, yo también, pero hay que ponerse nostálgico ahora.
Estábamos en el trabajo y hoy no había mucha gente, aunque de todas formas, la dueña de la tienda, se paso a ver que tal nos iba.
Ella acababa de ser madre y ya que no podía permitirse cerrar la tienda, busco a alguien para que se ocupara del negocio en su ausencia, para ella poder cuidar de su pequeña hija. Era madre soltera y a la pobre le resultaba un poco difícil todo aquello.
-         Hola chicos ¿que tal os va?
-         Bien, aunque hoy no a habido mucha gente.- Derepente entro alguien en la tienda, iba armado y con la cara tapada, y no aparentaba querer gominotas.
-         Dame todo lo que aya en la caja ¡YA!- Mire dudosa a Lucia, ella solo asintió para que hiciera lo que me estaba diciendo. Estaba muy asustada al igual que Lucia.
Me di cuenta de que mi hermano no estaba, mira sin girara la cabeza la puerta del almacén y le vi con el móvil en la oreja, estaba llamando a la policía. Me hice la torpe, haciendo ademán de que se me caía el dinero al suelo. Me agache y lentamente lo fui recogiendo y metiendo en la bolsa, que el hombre me había dado. Tuvimos suerte por que ya que teníamos la comisaría al lado, la policía no tardo más de  cinco minutos en venir. El ladrón no tenía a nadie a mano, para cogerlo de rehén y montar un numerito, de forma que no le quedo otra que hacer lo que la autoridad le dijo.
 Yo fui corriendo a abrazar a mi hermano y este me acariciaba la espalda y me beso suavemente la coronilla para tranquilizarme.
Invitamos a Lucia a subir a casa después de cerrar, ya que después del susto lo mejor era tranquilizarse y tomárselo con calma.
Nuestra jefa acepto y al parecer consiguió llevarse muy bien con nuestro padre.
Desde ese día mi padre volvió, poco a poco a ser el mismo, se veía a menudo con Lucia y al poco tiempo acabaron juntos. Nuestra casa era muy amplia, de forma que ella y su pequeña hija vinieron a vivir con nosotros.
Dio la casualidad de que Lucia era la tía de Ever y Max. Cuando estos se enteraron vinieron a pasar una pequeña temporada con su tía, aunque mas bien nosotros pasamos aquellos maravillosos días con nuestros novios en casa de Lucia, mientra que mi padre y ella se quedaban en nuestra casa.
Desde entonces todos los veranos los pasamos juntos. Ami padre se le fue la absurda idea de dejarnos abandonados en el internado y mi hermano y yo seguimos trabajando en esa maravillosa tienda repleta de chucherías y gominolas

martes, 16 de noviembre de 2010

El collar de nuestros antepasados

Siempre pensé que llegaría a formar una familia, que tendría una bonita casa y un gran marido que me besara al volver del trabajo, pero no fue así.
Me llamo Alice, y  esta es mi historia.
Hace dos años aproximadamente yo era una joven estudiante, en lo único que podía pensar era en los chicos, los chicos y más chicos. Entonces no era consciente de que había cosas más importantes que aún no había empezado a valorar, ni tan siquiera se me habían pasado por la cabeza.
Un jueves, al acabar las clases, me dirigía a casa con mi amiga Clara, cuando un numeroso grupo de coches de policía y ambulancias pasaron a nuestro lado.
Observamos que se metían por mi calle; preocupadas por si había pasado algo nos pusimos a correr hacia allí.
La ambulancia estaba detenía enfrente de mi casa, me temía lo peor, estaba tan asustada que las manos me temblaban de tal forma que se me cayó el libro que llevaba en la mano.
En el portal estaba mi hermano llorando. Me acerqué preocupada y con los piernas temblando. Tenia la mirada fija en algún punto, seguí su mirada y me di cuenta que miraba la camilla de la ambulancia, en la que había alguien echado y tapado, alguien muerto.
-¿Qué pasa Mario?-pregunté casi tartamudeando de lo asustada que estaba.
-En esa camilla que ves allí esta mamá-dijo antes de romper a llorar con más intensidad.
En ese mismo momento todo mi mundo se detuvo.
¿Mi madre había muerto? No, no podía estar pasando, mi madre era una mujer fuerte y valiente, tiene que tratarse de un sueño. Me pellizque pero no desperté, me pellizque y me pellizque, pero no lograba despertar; lo único que conseguía era hacer me daño.
-Co...com...como a muerto?-pregunte a Mario.
-No lo se, cuando llegué esta tendida en el suelo, los médicos dicen que no hay indicios de asesinato.
Entonces si no había índicos de asesinato ¿significaba que se había suicidado? No, mamá no haría algo así ¿o si? Ni yo misma lo se ya.
Ya había pasado un mes desde la muerte de mi madre, una muerte in entendible.
Los médicos dijeron que no había sido asesinada y que tampoco se había suicidado; no sabían qué había causado la muerte.
Yo no podía quitarme de la cabeza la idea de no volver a verla nunca mas, de no volver a comer sus riquísimas comidas, de que no se pusiera pesada, de que me echara la bronca por suspender… la echaba tanto de menos.
Mi hermano era el que mejor lo llevaba, no lloraba por los rincones como yo; no sufría cada vez que pasaba por la puerta de su cuarto…
Estaba limpiando la librería del salón cuando se cayo una especie de cuaderno por detrás, lo abrí ¡Era el diario de mi madre!
Busqué temblando la última anotación que había escrita, era del día antes de su muerte.
Llevo años buscando una reliquia familiar que perteneció a los antepasados de nuestra familia, a los Kurten una tribu especializada en los hechizos y la brujería. Se trataba de un bello collar, un collar grande y vistoso, pero a la vez parecía que tenía vida propia, que tuviera alma.
Mañana tengo pensado ponérmemelo, después de todo lo que me había costado encontrarlo, me apetecía lucirlo”
¿Mi madre tenia un collar nuevo? ¿Un collar que pertenecía a nuestros antepasados? ¿A nuestros antepasados los Kurten? ¿Especializados en hechizos y brujería?
No lograba entender nada de nada.
Me pase días y días pensando en la anotación del diario, pero no sacaba nada en claro, todo era un mar de preguntas que ahora ya no tendrían respuesta.
Busqué y busqué, pero no encontré  el collar de mi madre citaba en su diario; busqué en todos los lados posibles menos en su habitación. No sabía si sería capaz de entrar, si sería capaz de aguantar dos segundos en la habitación, sin romper a llorar. El mero echo de pensar que no volvería a tocar sus cosas, que no volvería a mirarse en el espejo de su cómoda…  era algo que me hacía sentir mas triste y mas vacía por dentro.
Abatida por la angustia de mis recuerdos, decidí volver a mi habitación y llamar a Clara para aclarar mis ideas.

-          Clara, necesito hablar contigo.- Dije intentando parecer tranquila.
-          Dime, ¿Cómo te encuentras?- Preguntó preocupada.
-          He encontrado el diario de mi madre, nombra una reliquia familiar, un collar.
-          ¿Un collar?
-          Sí claro, sí, un collar, pero lo mas seguro es que esté en la habitación de mi madre y no me veo capaz de lograr entrar.
-          No te preocupes Alice, voy hacia tu casa ahora, estaré allí en veinte minutos. Un beso, te quiero.
-          Gracias, te quiero.- Dije finalizando la conversación.
Los veinte minutos que pasaron hasta que llegó Clara, se me pasaron de forma eterna, no podía quitarme de la cabeza la idea de no lograr superar nunca la muerte de mi madre. En ese preciso momento el timbre sonó dos veces: era Clara, ella siempre llamaba de esa forma. Me dirigí a abrir la puerta.
-          ¿Cómo te encuentras?- Pregunto Clara  preocupada.
-          Lo llevo pero no estoy demasiado bien.-Dije, apagando cada vez más el tono de voz.
-          Está bien, ahora estoy aquí contigo ¿Quieres que cojamos el collar?- No sabia que responder, sabía que algún día tendría que afrontar la muerte de mi madre.
-          No se…-Dije.
-          No te preocupes Alice, yo estoy aquí contigo.
-          De acuerdo Clara.- Dije pero no del todo  convencida.
Clara y yo nos dirigimos a la habitación, ella pasó primero.
Su habitación estaba tal y como ella la había dejado. Examine con la mirada la habitación, el collar estaba justo encima de su cómoda.
Me acerqué a la cómoda  cogí el colgante, era muy bonito, era… era… antiguo, muy antiguo, quería ponérmelo, no se por qué pero deseaba ponérmelo, de repente mis manos cogieron el collar, lo cogieron si que yo hubiera pensado tan siquiera en hacerlo, era como instinto, una vez lo tuve en mis manos, lo dirigí a mi garganta, quería ponérmelo, abroche el broche y lo colgué de mi garganta.
Al segundo de ponerme el collar noté algo raro, no podía moverme, no podía mirar los pies pero solo vi una superficie de madera, la superficie de la cómoda.
Clara estaba a espaldas de la cómoda, cuando se volvió ¿No se daba cuenta de que estaba aquí?
-          ¡Clara estoy aquí!- Chille
-          ¿Alice donde estas?
Clara se aproximó a la cómoda y observé que era mucho mas alta que yo, de repente note como si me elevaran y así era, no lo entendía.

-Que collar tan curioso.- Dijo mirándome directamente. ¿Era yo el collar? ¿Yo estaba dentro del collar? ¡No! ¡No podía estar pasando!
Tras años encerrada en aquel collar por fin entendí cómo había muerto mi madre: mi madre se había puesto en collar, pero en vez de quedarse atrapada como me pasa ami, ella libero a alguien que había atrapado, un antepasado nuestro, al no poder soportar tal fuerza mi madre murió al acto.
Mi hermano guardó todas las cosas de mi madre en cajas, yo lo veía todo desde la cómoda, también guardo el collar, conmigo dentro lo que significaba que me iba a quedar atrapada en aquel collar para siempre, nunca podría tener una vida normal y tranquila.

Marina Camacho Mora 3º D

jueves, 4 de noviembre de 2010

Cambio de vida

¡Buaj! Otro día como los demás, ir al instituto soportar a los profesores. Ir a casa a comer y hacer los deberes. Menudo aburrimiento todos los días lo mismo.
Cuando llegue a clase me senté en mi pupitre y como siempre estaban Luciana y sus seguidoras hablando de los muchos botellones que habían hecho ese fin de semana ¿Es que no tenían otra forma de divertirse? No, tenían que ir de botellón. Aparte eran unas pijas, asquerosas y no las soportaba.
Ami lado no se sentaba nadie así que deje la mochila en la silla de al lado, saque mi libro y mi cuaderno y los puse en mi mesa para cuando llegara la profesora.
Estaba revisando mis deberes, cuando escuche que me hablaba la voz de un chico, que no conocía de nada.
- Hola ¿te importa si pongo la mochila en el suelo? Es que no hay otro sitio libre, lo siento, no quería molestar.
- No, no importa. Es que como nadie se suele sentar aquí siempre dejo ahí la mochila. ¿Eres nuevo no? ¿Cómo te llamas?
- Si, Me llamo Erick ¿y tú?
-Me llamo Jessica, aunque puedes llamarme Jess.
Empezamos a hablar hasta que llego el profesor. Estuvimos todo el día juntos, bueno ese y todos los demás, nos hicimos muy amigos de hecho lo consideraba mi mejor amigo.
Desde que Erick se introdujo en mi vida todo era distinto quería ir al instituto, salía por ahí  y no me pegaba todo el día en mi cuarto en frente del ordenador. En un mes todo había dado un giro de 180º.
Después de un examen Luciana se acerco a Erick.
- Hola Erick. Me pregustaba si querías venirte con nosotros al cine, luego podríamos ir a dar una vuelta o algo así, bueno ya sabes como hacíamos antes ¿Qué te parece? ¿Te apuntas? -Erick me miro y luego desvío la mirada a Luciana. ¿Que quería decir como hacíamos antes?
- No gracias no quiero volver a juntarme contigo ni con tus seguidores, me dais… ¿Cómo decirlo? ¿Asco? Si esa va bien, me dais asco. No quiero volver a juntarme con gente como tu, casi me meto en un buen lío.- ¿Erick era como ellos? Parecía imposible ¿Por qué no me lo había contado? ¿Es que no sentía lo mismo que yo por el? Aunque ni yo misma se lo que siento por el.
- Prefiero a gente como Jess, es más respetable y no me meto en problemas. No se por que cambiaste, podrías seguir siendo su mejor amiga y no habrías acabado así.- Vale esto ya era el colmo ¿Sabia que yo y ella éramos mejores amigas, uña y carne, inseparables? Cogí mis cosas y salí de clase. No se como se enteraría ya que nadie hablaba de que Luciana y yo fuimos muy amigas y yo no se lo había contado. Me fastidiaba que no me dijera que lo sabía.
Cuando llegue a casa me encontré dándose el lote ami vecino y a mi hermana, lo que me faltaba, los separe abrí la puerta y entre en casa. Me eche en la cama de mi cuarto pensando en lo que había pasado, cuando sonó el teléfono.
- ¿Si?
- Jess ¿eres tú?
- Si
- ¿Porque te fuiste así?
- ¿Porque no me dijiste que sabias lo de Luciana y mío? ¿Por quien te enteraste?
- Eeeeee…bueno…veras antes de ir a este instituto yo…salía con Luciana.
Colgué no sabia que decir, por  eso Erick estuvo metido en su banda.
Pasaron unos meses y yo ya no me hablaba con Erick, me  dolió mucho que no me contara todo aquello. Salí de clase mientras esperaba al profesor y vi a Luciana ¿Qué estaba haciendo? Se estaba drogando. Me metí en clase no debería haber visto eso, pero antes de poder pasar la puerta alguien me copio del brazo-
- Oye no le digas a nadie lo que as visto ¿vale? Luciana se metería en una muy gorda y no me gustaría eso.
- No iba a contárselo a nadie tranquiló el secreto de tu novia esta salvo conmigo.
- Gracias pero tengo que pedirte algo mas. Tu conoces a los padres de Luciana, podrías informarles para que le ayudaran a dejara de meterse rayas.
- Bueno yo podría informarles, pero no se si servirá de mucho.
- Gracias.- me guiño un ojo y se fue, me di la vuelta pero escuche la voz de Erick y me paralice.
- Yo podría ayudarte con lo de Luciana.- Me di la vuelta para mirarle a los  ojos azules tan bonitos que tenia, me que prácticamente en hipnotizada, cabecee un poco para volver en mi ¿Qué me pasaba?
- Así ¿Cómo?- le dije sarcásticamente
-Oye siento no haberte dicho lo que tu ya sabes pero no quería que te molestaras o dejaras de ir conmigo por ello. Pero para dejar de beber y de hacer lo que hacia me fui a un sitio al que me fue bastante bien.
- Muy bien te perdono- le abrace no tenia ni idea de cuanto quería hacerlo, me devolvió el abrazo y me sentí viva otra vez- podríamos ir a hablar con sus padres y comentarles todo lo que pasa.
. Muy bien.- me sonrío  y le devolví la sonrisa. Cuanto me alegraba de que fuéramos otra vez amigos.
Fuimos a hablar con sus padres y les contamos todo lo que pasaba.
Sus padres se sorprendieron mucho, sabían que había algo raro desde hace tiempo en ella pero no se imaginaron que fuera una cosa así. La llevarían a donde les indicamos para que pudiera librarse de ese error que había cometido.
- Gracias a los dos chicos.
Después de dos meses  Luciana había dejado de hacer todo lo que estuvo haciendo, aunque de vez en cuando se iba de botellón con sus amigas. Eso no iba a cambiar, pero al menos ya no se drogaba y aunque bebiera algo ya no era tan seguido.
Ya estábamos en junio, estábamos en vacaciones de verano y salía la mayoría de los días con Erick. Llevábamos un mes junto y faltaban muy poquitos para que hiciéramos los dos meses juntos.
Al final todo acabo bien cada uno en su lugar y nos hacia falta nada mas la vida iba a seguir y ninguno acabaría muerto por exceso de cocaína o alguna cosa así. 

Almas amigas


Hace ya seis meses que vivo sola con mi madre. Yo me llamo Victoria Brandon, aunque todos me llaman Viky. Mi madre trabaja en una oficina y casi nunca la veo, aun que eso no me apena mucho. Mi padre trabaja en el extranjero y hace cuatro años que no se nada de el. Yo tengo 14 años y tengo una hermana mayor de 16 a la que hecho mucho de menos.

La internaron en un psicólogo, hace tres meses, por algo que dicen que le paso. Nadie la cree y le dan por loca, pero yo creo que lo que dice es verdad.

Mi hermana y yo siempre nos llevábamos mal e intentábamos picarnos por la cosas, pero por otra parte éramos las mejores amigas. Siempre nos lo contábamos todo.

Flashbacks:
Una tarde  de verano en la que hacia mucho calor, las dos salimos un rato a la calle. Se supone que las dos teníamos que estar juntas, pero quedamos con nuestros respectivos, amigos y a las doce quedábamos, ella y yo, en la puerta de casa para entrar juntas y que nuestra madre no sospechara de que cada una se había ido por su lado. Ella se fue a una casa abandonada a jugar a la tabla güija con sus amigas. Ami no me parecía muy bien que jugaran con esas cosas de los espíritus, pero ella me prometió que no pasaría nada.

Cuando llego la hora de volver a casa no estaba en la puerta. Pasó media hora y seguía sin venir. Decidí llamarla al móvil y no me lo cogía, así que ya preocupada llame a una de sus amigas. Marque su numero y a el segundo pitido me contesto.

- ¿Diga?

- Hola Marta ¿Esta mi hermana contigo?

- Si, después de hacer la güija se desmayo, estamos apunto de llegar a casa, ahora hablamos.- Estaba sollozando. Me colgó.

Mi hermana se había desmallado, le había pasado algo. No podía controlar mis nervios, además mañana el 12 de julio era el cumple de mama y no le haría muy feliz una hija inconsciente. Alos dos minutos el coche del novio de mi hermana, Jorge, doblo la esquina. Jorge llevaba a mi hermana y Marta le seguía por detrás.

-Viky deberíamos llevar a tu hermana a un hospital.

-Espera primero avisaremos a mi madre.- Toque el timbre y subimos todos a casa. Mi madre llamo a una ambulancia y les dio las gracias a Jorge y a Marta por traerla. Mi madre se fue con mi hermana en la ambulancia y yo me fui con Jorge. Mar se disculpo aviso de que se tenía que ir a casa.

- Por favor, avisarme con cualquier noticia.- Marta estaba apunto de llorar, era muy sensible y mi hermana era su mejor amiga.

-Claro que si, no te preocupes.- Se me escapo un sollozo. Yo también estaba apunto de llorar, no soportaría la idea de perder a mi hermana.
-Gracias.- Se marcho en la ambulancia y yo me fui con Jorge al hospital.
Mi hermana estuvo toda la noche sin dar señales de vida, por la mañana se despertó y se levanto como si hubiera tenido una pesadilla. Tenía los ojos en blanco abiertos de par en par, tenia la respiración muy agitada y de repente dijo algo que no entendí.

-         Volûtum.- Cuando dijo eso, se convulsiono. Volvió a la tranquilidad y cerro los ojos. Me abalance sobre ella y la abrace. Ella se hecho a llorar y también me abrazo.
-         Hermana no sabes las cosas tan horribles que he visto
-         Tranquila, ya paso, ahora estamos jutas, ya esta todo bien.
-         No hermana, no esta nada bien, el sigue dentro de mi.
-         ¿Quién?
-         No lo se, según el es un antiguo amigo de la familia de papa y que alguien hizo algo para que pudiera meterse en mi cabeza.
-         ¿Dónde? En la güija?
-         No, no fuimos a la güija al final. Todo eso era una mentira. Fuimos a una discoteca gótica. Era la primera vez que entrábamos allí. Todo estaba bien, pero empecé a escuchar voces  en mi cabeza y luego todo se quedo nubloso. Derepente solo le escuchaba a el, mientras me enseñaba su vida y no podía salir. Era horrible.
Mi madre entro por la puerta y abrazo a mi hermana. Pocas veces demostraba su cariño hacía nosotras y que ahora que ella lo demostraba, fortalecía a mi hermana.

-         Los médicos no saben que te ha pasado cariño. Nos es ni sobredosis de nada, ni tampoco ninguna enfermedad rara. No saben de donde vino tu desmayo.- Mi hermana le contó todo a mi madre, y ella solo le dijo que había sido una pesadilla.
-         De verdad mama, te juro, que no a sido nada de eso. Era real. ¡ESTA DENTRO DE MÍ!
-         No digas tonterías hija, los médicos te van a dar el alta, nos vamos a ir a casa ya.

Todos nos fuimos a casa, Jorge que no pudo ver a mi hermana hasta que mi madre no salió de la sala, estaba muy preocupado por lo que le contó. De momento solo el y yo la creíamos. Le dijimos que no se lo contara a nadie más, solo para prevenir.
Pasaron dos semanas y mi hermana no estaba bien. Por la noche tenia pesadillas y no podía dormir. A veces se levantaba sonámbula, cosa que nunca había hecho, y otras se despertaba gritando. Cuando se levantaba sonámbula, me daba miedo. Sus ojos estaban completamente en blanco y su voz era de hombre.

Ya no hablaba con nadie, solo escasas veces, con Jorge y conmigo. Una mañana cuando mi madre estaba preparando el desayuno, sus ojos se pusieron, como cuando era sonámbula. Dio un grito, o más bien un rugido, y tiro todo lo que había en la mesa al suelo. Me copio del cuello y me levanto del suelo. Me apretaba con mucha fuerza, casi no me dejaba respiración. Aquella no era mi hermana. De su cuerpo salio la voz de un hombre. La voz no me resultaba para nada familiar.

-         Tu me liberaras, ami y a mi familia. Tu familia, los Brandon nos lo deben, hicisteis un juramento.- Le conteste a duras penas, ya que no podía hablar, de lo fuerte que me cogía.
-         No se de que me hablas ni quien eres, pero quiero que salgas de mi hermana. ¡Ahora!- Tal y como dije eso, mi hermana callo al suelo y su cuerpo empezó a convulsionarse.
Mire a mi madre, que lo había visto todo, estaba con la boca abierta totalmente quieta. Yo fui a  ayudar a mi hermana, que en cuanto toque su brazo, deseando que se pusiera bien, dejo de convulsionarse. Me miro con la cara llena da confusión y disculpa, me abrazo y se echo a llorar.

-         Lo siento, no quería hacerte daño lo juro… yo.
-         Tranquila hermana, te creo. Esa no eras tu.- Mi madre no dijo nada. Hizo como si nada hubiera pasado, pero desde aquel día no se acerco más a mi hermana. A las dos semanas, mi hermana estaba encerrada en el psicólogo.  Mi madre no la quería creer y la tomaba por loca. Si mi padre hubiera estado aquí, esto no hubiera pasado.

Fin del  Flashbacks.

Ahora mi madre y yo apenas hablábamos, jamás podría perdonarla, que se comportara así con mi hermana, con su hija. Yo iba a visitar a menudo, siempre que podía. Jorge, a pesar de que mi hermana estuviera encerrada en aquel sitio tan horrible, seguía con ella, dándole todo su apoyo.

Yo estaba investigando, sobre lo que le paso en aquella discoteca. Por ahora la información que saque, era todo normal. Esa misma tarde iba con Jorge a ver a mi hermana, así que por el camino, le preguntaría que paso. Todos los detalles que pudiera darme, cualquier cosa.

Estaba revisando lo que encontré. La discoteca era gótica, porque se construyo bajo un antiguo cementerio. También recogí la información que mi hermana tenia, de esa cosa que estaba dentro de ella. Su familia y la nuestra eran amigos desde hace tiempo. Más bien eran amigos de la familia de mi padre. El apellido de la familia era Márquez.
Por el momento no sabía nada más.

Me dispuse a llamar a mi padre, ya que si esa extraña familia, era amiga de la familia de mi padre, puede que el supiera algo.

-         Hola cielo. ¿Qué tal estas? ¿Y tú hermana? ¿La has visto?
-         Hola, papa. No, no la he visto, iré en un rato, pero quiero saber, si tú sabes algo de una familia, los Márquez.
-         Bueno hija, la verdad es que tu abuelo me hablo de ella. Mas que de ella de una pequeña leyenda, sobre nuestra familia y la suya.
-         ¿Me la podrías contar?
-         Su familia y la nuestra, eran muy amigas, pero algo les pasó y a los Márquez les cayó una maldición y hasta después de unas cuatro o cinco generaciones, sus espíritus no podrían ser liberados. Solo podían ser liberados por nuestra familia. Eso si, solo una persona de la familia salia libre de la maldición, el seria el encargado de asegurarse que las generaciones futuras se ocuparían de que nuestra familia los liberaría.
-         De formas que todo esto le paso a tu tatarabuelo ¿No?
-         Si pequeña, ¿Pero a que viene tanta pregunta?
-         A nada y gracias papa. Adiós.
Ahora muchas cosas más. ¿Y si lo que me había contado mi padre no era una simple leyenda de familia? ¿Podría ser verdad de que todo fuera cierto? En caso de que todo eso fuese cierto un Márquez andaba suelto, por alguna parte y puede que más cerca de lo que yo pensaba.

Por fin estaba otra vez con mi hermana. Le conté de todo lo que me había enterado. Ella y Jorge se quedaron pensando. Había un silencio sepulcral, que me estaba poniendo nerviosa. Jorge fue el primero el hablar.

-         Entonces ahora hay que descubrir como liberar a las almas y dejarlas libres ¿No?
-         Si, pero ¿Cómo?- Pregunto mi hermana.
-         No se, quizás podrías intentar comunicarte con el.
-         No creo que pueda, seria muy difícil para mí. Es horrible cada vez lo veo y yo…- Estaba apunto de llorar.
-         Tranquila hermana, encontraremos otra forma.
-         Quizás si encontramos a ese Márquez, el sepa como hacer libres las almas.- Comento Jorge
-         Tienes razón, pero será como buscar una aguja en un pajar.

Me despedí de mi hermana y la deja con Su novio a solas.
Pasaron unos días, mientras el novio de mi hermana y yo buscábamos una aguja en un pajar. Después de buscar y buscar, encontramos que en nuestro instituto, en un curso mayor que el mío, había alguien apellidado Márquez. Miramos su ficha  fijándonos muy bien la foto.

-         Yo ya he visto a este chico, me lo cruzo muchas veces, incluso a veces viene con nosotros.
-         Entonces lo conoces- Afirmo.
-         Si, iré a hablar con el ahora mismo.- Estuve buscando por dos horas en el instituto, pero no lo encontré. Seguía buscando cuando alguien me vino por detrás y me pego un susto de muerte. Me gire sobresaltada.
-         ¡Márquez!- Exclame
-         Bueno ese es mi apellido. Me llamo Darius. ¿Tú eres Viky no?
-         Si, claro. Precisamente a ti te estaba buscando. ¿Tú sabes lo que le ha pasado a mi hermana?
-         Si, creo que se mucho mejor que tu lo que le pasa, yo también te buscaba por eso.- Por su respuesta, supuse que ya sabia toda la leyenda, de forma que fui directa al grano.
-         Necesito saber como liberar a las almas.- Parecía confuso, quizás no sabia nada. En ese caso a la que iban a tomar por loca seria a mí.
-         ¿Cómo sabes eso? Lo de liberar las almas, quiero decir.
-         Investigando, lo que le pasaba a mi hermana no era normal. Pero dime ¿sabes como liberarlas?
-         Es muy sencillo, solo tienes que ir al cementerio y pronunciar estas palabras “La maldición se ha terminado, ya podéis ser libres queridos amigos” Pero tienes que darte prisa, si no lo haces pronto,  las almas, se irán metiendo el los cuerpos de tu familia y las ira matando poco a poco.
-         ¿Qué? Yo, yo no sabia eso.- No podía ser, mi hermana se esta muriendo y yo sin poder hacer nada.
-         Pues ahora ya lo sabes, si quieres yo te acompaño. Me acabo de enterar de lo que le paso a tu hermana, si no te hubiera avisado antes. La verdad es que os estaba buscando.
-         No pasa nada, pero venga corre, no hay que perder tiempo.
-         En eso tienes razón, el alma de mi antepasado lleva mucho tiempo en el cuerpo de tu hermana, no creo que le quede mucho.
-         No eso no puede ser.- Estaba apunto de llorar.- ¿Pero por que la mata? Se supone que las familias son amigas.
-         No es que la quiera matar adrede. Pero hay dos almas en un mismo cuerpo. Poco a poco el alma de mi antepasado esta echando a el alma de tu hermana de su cuerpo y un cuerpo no puede sobrevivir sin su alma.- Llegamos lo antes que pudimos. Estuvo sonando el móvil desde hace un rato, pero no podía perder el tiempo, así que no le hice caso. Cuando llegamos a la puerta de la discoteca, dije las palabras que me dijo Darius.
-         La maldición se ha terminado, ya podéis ser libres queridos amigos.- Note un pequeño remolino a nuestro alrededor. En cuanto termino, mi móvil volvió a sonar. Mire quien era, mi madre. Descolgué, estaba llorando.
-         Tu hermana a fallecido.- El mundo se me vino abajo, no podía creerlo. Llegue tarde. No escuche nada mas, mi mente se cerró y note como caí al suelo.

Una semana más tarde:

Mi hermana había fallecido, nadie excepto Jorge, Darius y yo. Mi padre vino para el entierro de mi hermana. Solo se pudo quedar un día, ya que tenía que coger un avión, pero no me atreví a decirle la verdad. Mi madre decía que era mejor así, de esa forma no se tendría que quedar toda su vida en un loquero.

Mi vida continua, sin mí querida hermana a mi lado. Solo me quedaba la esperanza de que algún día nuestras almas volvieran a encontrarse. Darius y yo nos unimos mucho desde la tragedia de mi hermana. Todo continuaba, mientras yo solo intentaba disfrutar de esta vida, esperando volver a encontrarme con mi mejor amiga y hermana.

sábado, 30 de octubre de 2010

La guerra



 LA GUERRA:
Nuestro refugio era único, era el último lugar en el cual a nuestros  enemigos se les ocurriría buscarnos. Nos escondíamos, bueno mejor dicho nos refugiábamos en un museo abandonado, en el que guardábamos todas nuestras armas y estrategias.
Nuestro único enemigo por el momento era un reducido grupo de demonios que siempre dejan rastro ya que son de esos asquerosos demonios babosos, parecidos a las babosas, pero son sumamente inteligentes y son casi imposibles de matar.
Nuestro grupo estaba compuesto por cuatro chicas y cinco chicos, las chicas eran: Laura, Noelia, Inés y yo, Marian. Los chicos eran: Juan, Adrián, Julián, Alfonso y Daniel, Juan y Adrián eran hermanos gemelos pero en el fondo eran muy diferentes, Juan era el mejor con las armas y Adrián era el mejor en las estrategias e investigaciones, Julián era el que mediaba entre los demonios y nosotros, Alfonso era experto en artes marciales y lucha, en la pelea era muy útil, Daniel era el más valiente, el que menos miedo tenia a morir en cualquier batalla, de las chicas Laura era la lectora del grupo y la que ayudaba a Adrián en las estrategias e investigaciones, Inés era la más coqueta y más "miedica" del grupo, Noelia era junto a Daniel una de las más valientes pero también era junto a Laura una de las más cultas, yo era la más mandona y la más histérica, cuando había que mantener la apariencia, cuando suplantábamos alguna identidad yo era la más serena.
Quedaba escasamente una semana hasta la batalla contra los demonios y no parábamos de entrenar, yo estaba entrenando con Dani cuando entro Laura en la estancia.
-He averiguado que antes de la batalla valdrán más demonios, bueno no estoy segura de si son demonios, pero estoy segura de que no son humanos, lo malo es que no están de nuestro lado.-dijo Laura bastante preocupada.
-Pues si no están dispuestos a colaborar abra que matarlos antes de que se alíen al enemigo.-dijo Dani como quien habla de matar moscas.
-He investigado sobre ese grupo que se acerca y no son difíciles de matar, pero el problema es que son demasiados igual si vamos todos podremos detenerlos.-dijo Adrián tras haber investigado como siempre.
-Yo estoy muy aburrida y me apetece matar algunos de esos asquerosos demonios.-dijo Noelia.
-Esta bien, Noelia, Dani, Juan ir vosotros y tener mucho cuidado, si las cosas se ponen difíciles no dudéis en volver.-dijo Adrián trazando ya la estrategia.
-Yo me quedare entrenando con Alfonso.-comente.
-Prepárate, no te lo voy a poner fácil.-dijo Alfonso con una sonrisa traviesa dibujada en la cara.
Noelia, Dani y Juan recogieron sus armas y repasaron por segunda vez la estrategia con Adrián.
Yo me estaba preparando para entrenar cuando entro Alfonso en la habitación.
-Ten cuidado Marian no te vayas a romper una uña.-se carcajeó Alfonso.
-Ja, ja, ja que gracioso que eres Alfonso, yo que tu tendría cuidado, y me preocuparía por ti, no por mi.-dije yo con sarcasmo.
Alfonso se irrito y de repente se puso a la defensiva, estuvimos entrenando hasta que regresaron Noelia, Dani y Juan.
-¿Cómo os a ido con esos parásitos asquerosos?-dijo Alfonso poniendo cara de asco.
-No a quedado ninguno, ja ja era unos blandengues, a sido como matar moscas.-dijo Dani con desilusión y tristeza.
-Dani tiene razón a sido coser y cantar.-dijo Noelia apoyando a Dani.
-Bueno lo importante es que los habéis matado, y así habrá menos con los que enfrentarse en la batalla final.-dijo Adrián.
Cada día estábamos más cerca de la batalla final y Juan era el encargado de entrenarnos correctamente a todos, Julián estaba seguro de que lograría mediar entre los demonios y nosotros, nosotros le habíamos intentado convencer de que era perder el tiempo, pero el seguía en sus trece.
Los dos días que quedaban hasta la batalla final transcurrieron rápidamente.
Alfonso y Juan no paraban de entrenar, les apasionaba luchar, en cambio yo me pasaba el día rodeada de libros junto a Laura y Noelia.
La mañana del día de la batalla, Adrián estaba insoportable con sus estrategias, Alfonso y Juan seguían entrenando y de vez en cuando Dani, Noelia y yo nos cambiábamos por Alfonso o Juan para entrenar.
-Quedan menos de tres horas chicos deberíamos prepararnos ya.-dijo Adrián histérico.
Todos nos empezamos a preparar y equipar con nuestras respectivas armas.
-Es la hora, vamos.-dijo Dani entusiasmado.
-Hemos de tener mucho cuidado Dani podríamos sufrir grabes daños.-dijo Laura.
Cuando llegamos al claro de la batalla se podía divisar a los demonios acercarse.
-Son muchos, no se si podremos ganar.-dijo Adrián asustado.
-Tranquilízate hermanito solamente son parásitos.-dijo Juan tratando de tranquilizar a su hermano.
Cuando ya estuvimos lo bastante cerca los unos de los otros, la batalla empezó.
Durante la batalla se podía oír el sonido de la hoja de la espada cortando la carne de los demonios, se podía oler el olor a sangre inundando el claro.
La batalla transcurría con éxito por el momento pero había uno que se resistía mucho, era el último que quedaba, entre Alfonso y Juan estaba el demonio y ellos fueron quienes acabaron con él.
-¡Hemos ganado!-chillaba Juan.
-¡Hemos ganado!-chillaba Inés.
Faltaba alguien, Dani, ¿dónde estaba?
-¿Dónde esta Dani?-pregunte
-No lo se-dijo Alfonso
Alo lejos divise una figura tirada en el suelo que no era un demonio, era Dani ¡NO!
Me eche a correr hacia él, cuando llegue me di cuenta de que yacía muerto en el suelo.
-¡No puede ser!-chille con rabia e impotencia.
Todos los demás se acercaron y fueron conscientes de lo ocurrido.
-Piensa que no a muerto en vano, hemos ganado.-dijo Juan para consolarme.
No había nada con lo que consolarme, Dani había muerto, nada ni nadie podía cambiar eso.
-¿A qué precio Juan? ¿A consta de la muerte de un amigo?-dije con rabia.
Por mucho que me dijera Juan yo era consciente de que al menos para mi era más importante la vida de un amigo que una guerra entre demonios y humanos.


Creación de Marina Camacho Mora.